CÓMO ENSEÑAR A LOS NIÑOS CUANDO GUARDAR UN SECRETO

Los niños, al igual que los adultos, tienen una fascinación natural por los secretos. Descubrir algo especial, mantenerlo en secreto y compartirlo sólo con personas de confianza puede hacerlos sentir emocionados y empoderados.

Sin embargo, es esencial que los padres y los cuidadores ayuden a los niños a comprender la diferencia entre los secretos buenos y los malos, y por qué los secretos con los padres no deben existir.

En este artículo, vamos a tratar esta temática y brindaremos orientación para ayudar a los niños a manejar los secretos de manera saludable.

1. Secretos “buenos”.

Los secretos buenos son aquellos que no dañan a nadie y que pueden ser agradables y emocionantes para quienes los guardan. Estos secretos suelen ser inofensivos y pueden incluir sorpresas agradables, regalos o detalles especiales. Por ejemplo, planear una fiesta sorpresa para alguien o guardar el secreto de un regalo para una ocasión especial son ejemplos de secretos buenos. Es importante enseñar a los niños que, en este tipo de secretos, no se pretende lastimar o engañar a alguien.

2. Secretos “malos”.

Por otro lado, los secretos malos son aquellos que involucran algo dañino, peligroso o que pueden causarle daño a alguien. Estos secretos pueden incluir situaciones en las que un niño se sienta incómodo, amenazado o en peligro. Es crucial que los niños entiendan que los secretos que involucran daño físico, emocional o situaciones peligrosas deben ser revelados a un adulto de confianza de inmediato. Esto puede ser un maestro, un padre, un familiar o cualquier otra persona de confianza.

3. Explicar todo a los padres.

Es importante enseñar a los niños que, como padres, es fundamental que sepamos todo lo que ocurre en sus vidas. Esta no es una cuestión de invadir su privacidad, sino de preocupación y protección. Los padres necesitan estar al tanto de las experiencias y situaciones de sus hijos para poder brindarles el apoyo necesario. Si los niños ocultan información o secretos importantes a sus padres, esto puede dificultar su capacidad de protegerlos y ayudarlos en momentos de necesidad.

4. Qué hacer cuando tu hijo te pide que no compartas una información con su otro progenitor.

El mundo de los secretos, o de aquella información que se percibe como tal, puede derivar en todo tipo de situaciones. En ocasiones, es el propio niño quien pide a su padre o su madre que no cuente una información a su otro progenitor. ¿Hay que tomar la petición al pie de la letra? La decisión final va a depender, principalmente, del alcance y de la naturaleza de esa cuestión. Tal vez se trate de un detalle que no tiene más trascendencia. Sin embargo, si un asunto es importante, conviene compartir lo que ha ocurrido.

5. Compartir un secreto negativo no significa ser un chivato.

A veces, la información que se oculta ante los demás tiene que ver con uno mismo. En otros casos, remite a un tercero. Y existe un miedo habitual que alimenta el secretismo en una situación que debe salir a la luz: el miedo a ser un chivato, es decir, el temor ante el qué dirán. Sin embargo, en este tipo de caso, contar un secreto supone pedir ayuda para que se solucione lo que está pasando.

Por tanto, el mundo de los secretos puede ser muy complejo. Los niños también tienen derecho a tener un espacio propio que es compartido por otros peques de su misma edad. Así sucede con aquellas confidencias que son el reflejo de la amistad y la confianza en la infancia.

“La comunicación abierta y el establecimiento de un ambiente de confianza entre padres e hijos son fundamentales para fomentar la honestidad y la seguridad”